Ferry to Landau, Hong Kong (China), 1994 ©Julian Ochoa

Lantau Island, Hong Kong (China), 1999

En una tienda de recuerdos de Hong-Kong observé en unas postales una imagen que desconocía de la gigantesca estatua de un Buda que emergía entre los árboles. El gran Buda estaba situado en la cercana isla de Lantau.

Nada más visualizarlas, hay imágenes en las que algo me dice que el sitio, sus alrededores o su ambiente, fotográficamente me resultan interesantes.  No lo pensé dos veces e inmediatamente compré un pasaje en barco de ida y vuelta.

Una vez embarqué, cuando el barco comenzó a zarpar me dirigí a su proa y tomé algunas imágenes hacia la zona en sombra de su terraza. Para un fotógrafo, navegar en un ferry significa posibilidades fotográficas.

Uno de los mandamientos de los fotógrafos “andarines “reza que “No solo tienes que mirar adelante, también a tu espalda”, eso hice y al girarme, de repente observé la escena que se abría ante mí: Un hombre hundía la cabeza entre sus hombros mientras se concentraba en el remolino de agua que producían los motores del barco al zarpar. Su cabeza había “desaparecido” y un barco que navegaba al fondo de la imagen ocupaba su lugar. Solamente me dio tiempo a realizar dos imágenes antes que la “cabeza volviera a su sitio” y la escena se disolviera.

Pronto olvidé este hecho y continué paseando alrededor del barco buscando nuevas posibilidades fotográficas.

Cuando regreso de un viaje fotográfico, ya en casa, siempre me acompaña una sonrisa mientras abro la bolsa de películas expuestas. Aunque aún quedan semanas de revelados de películas, la ilusión me hace compañía.

Una vez reveladas las películas y realizados las hojas de contactos observé que en uno de ellos había dos fotogramas que estaban excesivamente claros y apenas se visualizaba la imagen. Busqué la tira de negativos a las que correspondían y directamente me fui al negatoscopio para observarlos con lupa y buena luz para ver “qué había ahí”.  En un viaje tan largo las imágenes y los recuerdos de un día “tapan” al anterior y la hoja de contactos se convierte en mi auténtico diario de viaje.

De repente, oscuros como el carbón, en estos negativo sobre-expuestos, allí estaban las dos imágenes de “La cabeza de barco” y me pregunté: ¿Cómo pude sobre-exponer tanto los negativos (al menos 4 o 5 diafragmas)?

Respiré, expulsé el aire y reflexioné. Si, en el negativo anterior tomé una foto a la sombra y seguramente al girarme y observar la fugaz escena a plena luz solar de “La cabeza de barco” me despisté, no volví a medir la luz y disparé con la medición anterior obteniendo finalmente un negativo impositivable …. o no.

Dicen que la experiencia (al menos en el oficio) es un grado y algunas canas tengo ya.

En la imagen se aprecia la cantidad de reservas y sobre-exposiciones que debo de hacer en el laboratorio para convertir el negativo muy sobre-expuesto a un original correcto.

“Landau Island” es sin duda mi negativo más difícil de positivar, debo de realizar innumerables pruebas para realizar su positivado y que cuando me piden una copia le consulto al comprador ¿No te gusta otra diferente?

Julián Ochoa

Julián Ochoa, San Fernando (Cádiz), 1961

Comencé a tomar fotos cuando conocí a Isabel, mi pareja. Ambos teníamos 16 años y la fotografía nació de la necesidad de preservar fotográficamente esos momentos de verdadera felicidad del primer amor. En mi trabajo fotográfico personal siempre fotografío en analógico y en blanco y negro por la sensación táctil que me proporciona una copia física donde la artesanía que la acompaña toma el ADN de su creador. Aportar individualidad, algo que considero importante en la fotografía de autor. El B/N es motivado  porque mi fotografía se basa generalmente en tres aspectos formales: la luz, la forma y la sencillez. Ese es el principal motivo de considerar el color prescindible ya que considero que puede distraer la mirada del espectador de los elementos antes mencionados. El cuarto oscuro, el laboratorio de fotografía, lo sigo considerando un lugar mágico. Un verdadero laboratorio de ideas. El hecho de pasar dos minutos en soledad observando nacer una copia en la inactínica luz roja es un acto enormemente reflexivo sobre el acto de creación. En definitiva, me permite mejorar como fotógrafo. Actualmente continúo trabajando en diferentes proyectos personales con el propósito de que cada una de las imágenes que lo integren sumen un todo. En una sola imagen, vemos un tema. En un proyecto, vemos un autor. También imparto talleres fotográficos donde mi principal intención con los alumnos es intentar hacerles pensar, romperles algunos esquemas pre-establecidos y enseñarles a amar la fotografía de autor, siendo mi deseo cuando terminen el taller que regresen a sus casas con aún más interrogantes de las que tenían antes de empezarlo, pero también con un mayor deseo de fotografiar con una clara intención de búsqueda creativa. De ese modo la magia de la fotografía no se marchita. Este es mi papel como profesor.

biografía detallada: https://www.julianochoa.com/biografa

Reseña de Guillermo Balbona en el Diario Montañés

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