Este es el tema con el que la Caverna de la Luz inaugura su nuevo ciclo fotográfico anual comisariado por la historiadora del arte Lidia Gil. Los artistas que irán pautando un año de arte y reflexión son, por orden de aparición: Manuel Álvarez Diestro, Jorge Fernández, Zaida Salazar, PeleaStudio (Majo Polanco y Carlos Terán), Antonio Díaz Grande&Javier Lamela, Raúl Lucio, María Bodega, César Poyatos, Robert Navarro, José Luis de la Peña, Luis Escalada y José Segarra.
Tras el mundo alucinante de las máquinas hay algo de fantasmagórico e inquietante que reside en la esencial cuestión de qué es aquello que consideramos lo propiamente humano. ¿Es nuestra identidad algo innato o algo que se va construyendo y aprendiendo en relación a lo que nos rodea? ¿Se parecen, cada vez más las máquinas a nosotros, o nosotros a ellas? ¿Dejamos “en sus manos” demasiado de nosotros mismos?
Ya desde la Antigüedad científicos e inventores soñaban con fabricar máquinas que imitaran a los humanos, y filósofos e inventores como Descartes o La Mettrie nos contaban que nuestros cuerpos y la naturaleza misma, son también máquinas. Complejos sistemas que realizan acciones específicas, autómatas cada vez más sofisticados, androides de extraordinario parecido a los humanos, cíborgs, inteligencia artificial, realidad virtual inmersiva o aumentada… todo ello forma parte de una pulsión creadora muy propia de lo humano y, sin embargo, estos artilugios cada vez más integrados en nuestras vidas parecen “deshumanizar” las sociedades de este mundo cada vez más digital y virtual; menos analógico, orgánico y natural. Tanta automatización está cambiando de manera drástica nuestros paisajes y modifica nuestras vidas. Las máquinas nos sustituyen, nos convertimos en ellas, son nuestras interlocutoras directas y a veces no somos plenamente conscientes de ello ni de las posibles consecuencias.
El título del ciclo se refiere a la crítica que el filósofo Gilbert Ryle hizo en su libro El concepto de lo mental al dualismo de Descartes. Éste consideraba que el cuerpo humano es una máquina, y que la mente y el cuerpo eran dos cosas independientes, la una dirigiendo misteriosamente al otro. Ryle critica esta idea y defiende que ambos están hechos de la misma sustancia y actúan interrelacionadamente. Llamará al error de Descartes «el dogma del fantasma en la máquina».
La Caverna de la Luz, dirigida por Javier Vila, propone en 2018 una reflexión estética sobre estos asuntos desde diferentes perspectivas y puntos de vista, invitando al espectador a hacer lo propio. Serán doce propuestas que se centrarán tanto en la descripción del mundo humano-máquina como en su posibles críticas, sin dejar de lado las maravillas de ese vuelo de la mente, la imaginación y la creatividad… esa erótica de la máquina que está presente en toda la historia del arte y de la humanidad.
Lidia Gil Calvo
Manuel Álvarez Diestro (Santander, 1972) comenzó su carrera visual retratando a través de la fotografía las ciudades que visitó en múltiples viajes por el mundo. Con el paso de los años se fue alejando de la fotografía más documental y acercarse a una visión más intimista. Su visión en estos momentos es la de captar la relación del hombre con el territorio. Hace cinco años realizó sus primeros cortometrajes rodados en Hong-Kong, Londres Singapur y Seul. Actualmente vive entre Seul y Tehran. Con dieciocho años dejó Santander y no ha parado de viajar en los cinco continentes.
Ficha técnica y argumento de la fotografía.
Fachada Parabólica Argel, 2017. Impresión digital sobre dibond, 100 x 66 cm.
Las viviendas residenciales de Argel se cubren con antenas parabólicas. El ser humano vive abigarrado detrás de las pantallas que lo conectan/comunican/aislan con el mundo entero. La concepción modernista de la arquitectura de líneas puras se pierde en un horror vacui de plásticos y metales, alejándose de aquella utopía socialista de la que surge. Esta imagen captada en Argelia representa cómo en la era de las comunicaciones la ciudad se deshumaniza y la tecnología ocupa un lugar prominente en el paisaje urbano. El arquitecto Le Corbusier calificó a los nuevos edificios como “máquinas de habitar” o máquinas para vivir, considerando que debían ser funcionales y perfectamente adecuadas para una vida digna y generar belleza. Esta ideología caló fuertemente en Argelia. Seguro que nunca imaginó que la pureza de los nuevos edificios racionalistas se vería alterada de este modo por las nuevas tecnologías.
Fachada Parabólica Argel ganó el premio a la mejor imagen en el concurso de fotografía realizado por la prestigiosa publicación de arquitectura Log Journal en Nueva York y comisariado por Cynthia Davidson.