«Pozas», 2023 ©Joaquín Martínez Cano

Pozas

“EI que sea un determinado lugar no importa, sino, como las has descon­textualizado o como has trasgredido esa figura hasta hacerla humana. Me interesa cambiar el concepto de dibujo como proyección. Que el fondo te hable a ti. Al final terminamos en Altamira; tú ves allí lo que quieres ver y de lo que estás imbuido. No algo que quieres imponer al lienzo, sino que el lienzo te invita a recrear. Lo que te hace creativo es que el lienzo te sugiera novedades. Que aprendas de lo que observas.»

Joaquín Martínez Cano, 2022

“Podemos reconocer las rocas y los lugares, o las simples piedras como tales. Lo que ya existe, lo vemos y constatamos objetivamente, existencia conocida y reconocible. A la vista de los comunes mortales.

Para el artista, para el poeta, todo tiene una vida paralela o simultánea escondida. Una vida que sin saber muy bien dónde nace, sale de la mano del artista, y sólo esa mano es capaz de conocer. El artista ve con la mano, su mirada nace en la mano que sorprende a la furtiva figura. Aparece, quizás contrariada por ser descubierta, muchas de las veces justificando su secreto. Brotan como una necesidad, como un reflejo, como un espejis­mo de entre los dedos de Joaquín para que ya no podamos eludirlas”.

 M. Messía, 2022

Joaquín Martínez Cano (Noja, 1953)

Realizó sus estudios de Bellas Artes en las escuelas de San Carlos de Valencia y San Fernando de Madrid. En 1982 fue becado por el Centro de Promoción de Artes Plásticas perteneciente a la Dirección General del Patrimonio Artístico. En la actualidad es profesor titular de la Facultad de Educación de la Universidad de Cantabria. Sus más destacadas exposiciones individuales han tenido lugar a partir de 1981, entre ellas se cuentan: Santander (Museo de Bellas Artes 1982, Fundación Marcelino Botín 1986, Centro Cultural Caja Cantabria 1999, Museo de Bellas Artes de Santander 2007, Palacio Caja Cantabria, Santillana del Mar 2010. Madrid (ARCO 1983, Artistas Jóvenes 1980). Bilbao (Galería Aritza 1983). Budapest (Galería Duna 1992, Galería Vigado 1992). Burgos (Arco de Santa María 2000). Gainesville Georgia, Estados Unidos (Roy C. Moore Gallery, 2008). Londres, Reino Unido (Instituto Cervantes, 2008). Odawara City-Kanawara, Japón (Sudoh Gallery 2011).

Su obra se encuentra repartida en diversas colecciones como en la del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía -antiguo Museo Español de Arte Contemporáneo (MEAC), el Museo Municipal de Bellas Artes de Santander, Museo de Bellas Artes de Asturias, el Auditorio Príncipe Felipe de Oviedo, la Fundación Marcelino Botín, la Universidad de Palma de Mallorca o el Ayuntamiento de Noja entre otras. En cuanto a los rasgos estilísticos de su obra, después de una época figurativa en la que predominan las marinas, realiza trabajos a base de cuerdas entrelazadas, encoladas y amarradas al soporte de arpillera, que traslucen su propia textura y adquieren tanto protagonismo como la misma pintura, condensada sobre las zonas en relieve. En estas obras combina blancos y grises sugiriendo restos de maromas arrojados por el mar a la playa. En sus trabajos de finales de los ochenta, tras participar en dos exposiciones en Gijón (1986), Asamblea Regional (1987) y en la Universidad de Cantabria (1988), Martínez Cano pasa a servirse de una iconografía basada en el paisaje urbano. Desde 1993 empieza a desarrollar una pintura de signos propios con la inclusión de objetos de uso cotidiano. Dos años más tarde su trabajo pasa a estar protagonizado por aisladas figuras humanas construidas entre elementos urbanos o portuarios.

A partir de 2000, Martínez Cano se ha interesado en la utilización de un nuevo material plástico, el kapaline, que determina nuevas orientaciones en los planteamientos estilísticos. Desde los tratamientos de collage en altorrelieve que Luis Sazatornil cita como leves soportes en el catálogo de Siboney en 2001, hasta las incisiones, surcos o bajorrelieves de las muestras Vacíos y Desconciertos (Galería Siboney, 2006). La permanente evolución en la que Martínez Cano ha reconocido en varias ocasiones sentirse inmerso, le lleva a experimentar y trabajar siempre sobre la base «de un juego formal y cromático». Una continua evolución en el uso de la técnica que ha caracterizado sus últimos trabajos, tallando en un material utilizado principalmente para publicidad (el citado kapaline) las formas que previamente ha diseccionado, agrandado, transformado y aplanado, de forma que los motivos, cuando queda algo de ellos, se componen entre el vaciado y la superficie plana.

Reseña de Guillermo Balbona en el Diario Montañés

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