La casa cuna, México, 2022 ©Bernardo Aja de Maruri

La casa cuna 

«Todo eso que está inútilmente añadido a la pura necesidad, es arte”

Torcuato Luca de Tena – Los renglones torcidos de Dios

La Caverna de la Luz cierra la Colección 2022, “expatriados, exiliados y apátridas”, con una imagen inquietante de Bernardo Aja de Maruri.

Ante la propuesta, hecha a todos los participantes, de “reflexionar sobre la idea de patria, de extrañamiento, de pertenencia a un sitio, sobre la aceptación del extranjero, el clandestino, el ilegal…”, Bernardo, que lleva más de una década afincado en México, realiza exprofeso esta imagen de la casa cuna. Una fotografía que tiene varios planos de interpretación. 

Por una parte, en primer lugar, vemos a una congregación de monjas que parecen dejarse la vida, literalmente, en la labor encomendada de “salvar” niños y niñas de un destino marcado por las circunstancias de la vida de sus progenitores. Una labor a la que se encomiendan, según las pistas que le gusta poner a Bernardo en sus imágenes, por indicación divina. A través del camino marcado por la fe.

Por otra parte, de forma sutil, pero determinante, Bernardo ha enmarcado el grupo, hasta cierto punto siniestro, de monjas, niñas y niños, en una sala de cunas, cuyos doseles, imagino con la función de mosquiteras, nos recuerdan a grandes profilácticos que, en este caso, en lugar de tener la misión de proteger conta la concepción y las ETS, tienen el objeto de preservar al recién nacido de los peligros de la vida.

Es pues una imagen que, a pesar de estar envuelta en el halo de toda la literatura y el cine, cuasi negro, recreado en torno al lado siniestro de los orfanatos, Bernardo la titula “La casa cuna”, dándole otro sentido bien distinto a la obra. Situándola en la tradición de las estampas religiosas con reliquia de tela de alguna santa, que parecemos ver en ese cuadro que se convierte en la anécdota y en el “puctum” de esta composición.

Al hilo de esto último, me viene a la memoria que, en México, en 1983, se realizó una adaptación cinematográfica de la obra “Los renglones torcidos de Dios” con guion colaborado por el propio Torcuato Luca de Tena. Y, a pesar de que esa historia se desarrolla en un manicomio, esta imagen me evoca el título, aunque no sabría decir muy bien con respecto a quienes.

Javier Vila

Bernardo Aja de Maruri (Santander, 1973)

Bernardo Aja de Maruri

Santander, 1973

Estudió fotografía en la Universidad de Santa Mónica (Los Ángeles, California).

Ha trabajado en distintos países y ello ha logrado que se mantenga en una constante búsqueda del diálogo entre lo que fotografía y sus conceptos e ideales que se muestran en el discurso de sus imágenes. Con preocupaciones y debates internos, Bernardo demuestra una mirada crítica en donde se sumerge en cada personaje que retrata, creando una distancia íntima, demandante e incluyente.

Fue el fotógrafo personal de Alberto Fujimori, expresidente de la República de Perú (1990-2000); de 1997 a 1999.

Dentro de sus proyectos personales destaca EntreMuros, obra exhibida en Casa de la Cultura de España (Lisboa, Portugal); Museo Tlatelolco (México); Santo Domingo (Oaxaca, México); y en exposiciones en el Círculo de Bellas Artes (Madrid, España) y la Fundación Reina de España en Matadero Madrid (España), entre otros. Igualmente ha participado en la Bienal de Florencia (2011), Bienal de Lima (2014) y en la reciente Bienal de la Habana (2015).

Actualmente se encuentra en el proceso de desarrollo de su proyecto personal Tormenta, siendo su obra más autobiográfica.

Bernardo Aja forma parte del Diccionario de Fotógrafos Españoles y es miembro del Consejo de la Crónica de la Cuidad de México. 

Reseña de Guillermo Balbona en el Diario Montañés

Compartir: