» Atisbar y manipular la realidad»
Atisbar o vislumbrar, es decir, mirar con dificultad, bien sea por tener frente a los ojos una luz brillante o en el caso contrario por una excesiva penumbra; bien sea porque entre estos y lo que miramos se interpongan objetos que impidan la plena contemplación de algo; o bien, como en el caso presente, por apuntar el objetivo de la cámara y fotografiar una escena a través de una rendija, un pequeño resquicio, o interponiendo directamente un obstáculo tal que una celosía, una persiana o una mampara para observar a alguien, como queriendo que no nos vea y que al tiempo no podamos reconocerlo en su plena manifestación de volúmenes, contornos, luces, sombras y color, cualesquiera de estos casos es siempre una acción transitiva que indica una voluntad ejecutiva, un empeño, un atrevimiento y como sucede en el que aquí nos ocupa un claro deseo conceptivo, creativo, hijo de la imaginación.
Podríamos pensar precipitadamente ante esta fotografía, sin embargo, que el fotógrafo busca representar una visión de la realidad un tanto desquiciada, muy propia de este mundo aturdido. Incluso podríamos tener la tentación de pensar, dando un paso más allá, que lo que nos ha querido mostrar de forma intencionada y crítica es la negación misma de esa realidad mediante esta visión filtrada y entramada, encerrándola en una especie de celda que la aleja de nuestras vidas. Pero no, creo que conozco bien a Carlos Atienza después de treinta y ocho años, cuyo espíritu sosegado de observador paciente y optimista siempre despertó mi atención. Es algo mucho mas simple que todo eso, casi diría, no me atrevo a expresarlo con claridad, que es un “homenaje” de admiración a un artista que bien conocemos ambos dos, con la salvedad de que en esta fotografía su autor nos deja atisbar, entrever una alejada escena urbana al otro lado del entramado del primer plano, mientras la luz rasante lo acaricia y se pierde hacia un lado, en vez de atravesarlo hacia nosotros. Festina lente.