Fugit Irreparabile Tempus, 2020

FUGIT IRREPARABILE TEMPUS

El tiempo presente y el tiempo pasado
Acaso estén presentes en el tiempo futuro
Y tal vez al futuro lo contenga el pasado.

T. S. Eliot

Desconfía de lo que ves, tus ojos
te engañan, mienten, porque no consigue la vista
contemplar lo que falta, la ausencia, lo que la memoria
rechaza o borra, si no es con la imaginación:
un gesto ignominioso, una afrenta, un acto censurable,
la decepción o la derrota. Cede, eres uno más,
cae en la tentación del silencio, asume
ese pasado que se descompone
igual que un cuerpo muerto o el bastidor
inútil de un maniquí mutilado,
sin cabeza, lleno de cicatrices,
en el escaparate vacío de tu mente,
porque el olvido también forma parte
de ti, de este presente que se resiste
a morir, pese a que duele vivirlo
y a que mancha de brea la esperanza,
esa naciente culpa que deforma
lo que está sucediendo mientras el día
guerrea contra el lento anochecer,
contra las sombras, contra los demonios
del sueño. Pero no todo es niebla
o lágrima, hay también razonables
expectativas para la supervivencia:
el sonido esplendoroso del oboe
en la habitación contigua, un gorrión
desconfiado que picotea migas
de pan y granos de alpiste, la voz
cristalina de una muchacha
recitando unos versos que ascienden
hasta el cielo del porvenir. No sé
si esperabas que embelleciera
la realidad con palabras. No he sido
capaz de hacerlo, porque en la imagen
conviven la nostalgia, el horror
y la armonía y esa luz que ilumina
precavida la calle es casi un espejismo,
se acompasa al ritmo de tus pasos
para advertirte de que no persigas
el futuro, porque él, más pronto
que tarde, acabará por alcanzarte.

Carlos Alcorta

“Vendrán más años malos / y nos harán más ciegos; / vendrán más años ciegos / y nos harán más malos”, cantaba Rafael Sánchez Ferlosio en el arranque de los noventa. No sé si estos versos describen estos tiempos convulsos. No sé si estos versos hay que entenderlos como una especie de premonición, de oráculo, pero sí veo en ellos ecos claros de sensaciones que, durante estos meses, estamos experimentando. Desconozco si la ceguera condiciona maldad, pero desde luego desorienta a la hora de analizar lo que nos rodea.

Los caminos que llevan a la fotografía de Chema Prieto son inescrutables. No hay un manual para enfrentarse a sus imágenes. Es necesario acercarse despacio, dejarles hablar: tienen muchas cosas que contarnos. Él prefiere no dar pistas, dejarlo a la interpretación de quien las observa.

El poeta torrelaveguense Carlos Alcorta ha escrito un poema inspirado en la obra de Prieto, con la que comparte título –Fugit Irreparabile Tempus–, que se podrá ver también en los escaparates de La Caverna de la Luz. Alcorta ya nos avisa desde el principio: “Desconfía de lo que ves, tus ojos / te engañan, mienten, porque no consigue la vista / contemplar lo que falta, la ausencia, lo que la memoria / rechaza o borra, si no es con la imaginación”.

Armadas habitualmente a partir de varias fotografías, impresas en soportes de todo tipo y procesadas con la libertad del que se acerca al medio fotográfico sin límites ni prejuicios, las imágenes de Chema Prieto se nos muestran como complejos palimpsestos de capas que se entrecruzan, a menudo entre la fotografía y la pintura, ilustrando el universo creador de este original artista: “Es un trabajo muy laborioso, de transformación, de retocado, de difuminación, de ensamblaje de imágenes”, reconoce Prieto.

No, no son de fácil lectura. Quizás mientan, quizás no, pero lo que parece claro es que nos cuentan; arman un relato de lo que nos está pasando: la oscuridad y seres tenebrosos acechan, paredes herrumbrosas nos remiten a los tiempos del caos… también, la luz y la esperanza.

Vivimos tiempos difíciles, sin duda: “este presente que se resiste / a morir, pese a que duele vivirlo”, en palabras de Alcorta. El año pasado, señalaba Houellebecq que después del confinamiento despertaríamos en un nuevo mundo: “será lo mismo, sólo que un poco peor”. La realidad es que nos está costando –mucho– retomar el vuelo: el virus sigue en plena forma, los planes de vacunación se ejecutan a ritmos más lentos de lo deseable y seguimos enfrentándonos a unas dosis enormes de incertidumbre sobre lo que vendrá en los próximos años, tanto en el plano económico como en el social. El desbarajuste en lo político, no hay que imaginárselo: ya está aquí. Frente a ese panorama de resonancias apocalípticas, siempre nos quedará la luz que nos permite seguir haciendo y mirando fotografías, y la esperanza: “no todo es niebla / o lágrima” (Alcorta dixit).

“Vendrán más años tristes / y nos harán más fríos / y nos harán más secos / y nos harán más torvos”, cantaba Sánchez Ferlosio…

Raúl Lucio

Chema Prieto
Pesaguero (Cantabria), 1963

Chema Prieto (Pesaguero – Cantabria, 1963) se inició de forma autodidacta en la pintura aunque poco a poco, como él mismo señala, su interés por plasmar imágenes, reales y oníricas, le fue llevando a la fotografía. Se considera un fotógrafo poco ortodoxo que busca, más que la imagen perfecta, la manera de contar historias con sus fotografías: “mundos oníricos, mundos fantásticos, perspectivas imposibles, fugas al infinito que chocan con paredes resquebrajadas, ruinas urbanas y humanas, ángeles y demonios…”.

Reseña de Guillermo Balbona en el DM

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