noche de perros, 2019

NOCHE DE PERROS

Durante siglos, en las noches de mucho frío, los hombres han dormido
junto a sus perros para encontrar el calor.

Una “noche de perros” suena a nuestros oídos como algo frío, oscuro, complicado; incluso podría parecer algo peyorativo para los canes, pero demuestra todo lo contrario: el viejo reconocimiento del humano por su primer compañero; para ese lobo que se acercó hace miles de años a los fuegos de los hombres y les dio compañía, defensa, guardia … y calor.

«La luz ya no puede huir, incluso la más profunda oscuridad debe hacer
las veces de luz y el silencio es un rugido.»
DEL CAMINAR SOBRE EL HIELO, Werner Herzog

«… como no tenía conocimiento del ancho mundo que había fuera, nunca
se sintió oprimido por los estrechos confines de su existencia.»
COLMILLO BLANCO, Jack London

“Sondeaba las profundidades de su naturaleza, y las de las partes de
su naturaleza que eran más profundas que él, retrocediendo hasta las
entrañas del tiempo.”
LA LLAMADA DE LA NATURALEZA, Jack London

“… se le venían a la memoria viejos recuerdos, y se inquietaba ante
ellos como en un tiempo pasado se inquietó ante las realidades de las
que los recuerdos no eran sino las sombras.”
LA LLAMADA DE LA NATURALEZA, Jack London

El proyecto

Desde pequeña he sentido un fuerte vínculo con los animales, por eso siempre me he cuestionado la extraña relación que mantenemos con ellos: cómo a lo largo del tiempo los hemos usado, perseguido, castigado, temido o amado.

Me llama la atención el conflicto permanente que existe entre la vida natural y los seres humanos; especialmente visible a través del dominio que ejercemos las personas para conseguir nuestros objetivos, siendo capaces incluso de decidir sobre la vida y muerte de otros seres.

Como parte de un trabajo más amplio sobre la relación entre humanos y animales, “noche de perros” es un proyecto que gira en torno al mundo del galgo en España, donde este animal se ha usado desde hace siglos para la caza de liebre en campo abierto. No pretende explicar las reglas de la caza o el funcionamiento de las protectoras. Busca acercarnos al animal, situarnos frente a él para que sintamos que nuestras emociones y miedos no distan tanto de las suyas y de ese modo, provocar una reflexión sobre nuestra convivencia con ellos.

Ideas sueltas

En España, el galgo ha sido utilizado desde hace siglos para la caza de liebre en campo abierto, donde el perro caza la pieza sin intervención del hombre tras una larga carrera. Este tipo de caza, que en la actualidad tiene carácter deportivo, en el pasado era un acto de prestigio social. Hoy en día sigue siendo una afición muy extendida en la España de llanuras y miles de personas lo practican.

Por otro lado, estos perros están encontrando un hueco en las ciudades como animales de compañía. En los últimos años, se han multiplicado las protectoras que se encargan de buscarles un nuevo hogar después de ser desechados para la caza. Cientos de personas trabajan (en su mayoría de manera voluntaria) para recuperar, cuidar y preparar al galgo para su nueva vida en la ciudad. Sin embargo, no siempre esta labor consigue solucionar el problema al que se enfrentan y dar salida a estos animales, no es más que un parche a corto plazo y muchas veces insuficiente.

Me parece interesante cómo esta relación hombre-animal también ha sido fuente de disputa entre los propios hombres, cada cual tratando de imponer su criterio. Un conflicto de intereses humanos donde el animal se encuentra en medio.

El por qué del título. En un viaje me contaron que “noche de perros” viene de una expresión que utilizaban los pastores cuando hacía una noche tan fría, que la única manera de entrar en calor era dormir junto a sus perros. Me fascinó cómo una frase que en mi cabeza sonaba tan distinta (una mala noche) de repente se tornaba más cálida y reflejaba a la perfección esa estrecha relación que desde hace miles de años, el hombre ha mantenido con el perro.

De una manera u otra, de forma más o menos consciente, todos
utilizamos a los animales para nuestro propio bienestar. Algunos los usamos para trabajar, otros para divertirnos, para que ganen las competiciones que nosotros nunca hemos ganado, para que ahuyenten la soledad o nos den el amor que necesitamos. Animales de caza, de compañía, guardianes,… Sea lo que sea, siempre hay una necesidad, un anhelo que ellos satisfacen.

El proyecto “noche de perros” nació como un proyecto puramente
documental sobre el galgo en España. Pero se fue convirtiendo en una reflexión sobre la relación que los humanos tenemos con los animales, hasta el punto de llevarme a cuestionar mi propia relación con otros seres. Todo lo que he ido conociendo, no ha hecho más que acercarme al perro y me ha provocado una reflexión sobre mi relación con los animales, con los que he tenido un vínculo muy fuerte desde pequeña (una conexión especial que siempre me ha hecho sentirme cerca de ellos). Asuntos que hace poco me parecían normales (como hacer saltar a un caballo y competir con él) ahora no me lo parecen tanto.

A lo largo del proceso, de quien más cerca me he sentido ha sido del galgo, casi hasta un punto de identificarme inconscientemente con él. Esa aparente fragilidad pero llenos de fuerza y capaces de resistir y adaptarse; ese sentirse dominado, usado, encerrado; pero también amado. Esa vida itinerante de un lado a otro, sin la concesión de decidir sobre su propio destino. A través del perro, se muestran sentimientos universales que todos podemos sentir en algún momento de nuestras vidas: soledad, miedo, tristeza, ausencia, dominación, encierro,…

El galgo es un animal flaco y aparentemente débil. Sin embargo, bajo esa piel sin gota de grasa esconde una fortaleza y una resistencia increíbles. Aunque les encanta comer, no necesitan mucho para mantenerse. Se adaptan a todo tipo de situaciones. Son tranquilos, aunque sentirse libres en el campo les llena de vitalidad y les transforma. Son un poco gatos y tienen algo de caballo también.

Miriam Mora

“Noche de perros” habla de soledad, de miedo, incertidumbre, ausencia, vida y muerte. Habla de muchos sentimientos universales que a todos nos acompañan en algunos momentos de nuestras vidas. Y llegamos a esos sentimientos a través del perro. Éste fue un trabajo que comenzó en 2012 con la intención de documentar las diferentes vidas de un galgo en España, dando voz a los diferentes agentes involucrados. Ese acercamiento a todas las partes y el conocer las diferentes realidades, me hizo darme cuenta de la complejidad del tema.

Finalmente no me sentía identificada con las protectoras, ni con los
cazadores, sino con los propios animales, por eso se convirtieron en los protagonizas y en el hilo conductor de esta historia. Lo meramente documental pasó a un segundo plano, cuando lo que me estaba ocurriendo es que todas estas experiencias me estaban haciendo reflexionar sobre mi propia relación con los animales. Yo, que he montado a caballo y competido desde que era pequeña, no me sentía tan lejos de esos cazadores que hablaban con tanta pasión sobre las carreras de sus perros. Sin embargo, me di cuenta de que no acepto la usabilidad del animal sin ningún otro tipo de componente emocional o unión hacia él. Ese “si eres bueno te quiero” me pone los pelos de punta y nunca, lo he soportado. Y seguramente, porque yo me he sentido así a lo largo de mi vida y por ello me he sentido identificada con esos animales abandonados. Pero tampoco entiendo cuando las personas nos hacemos salvadoras y encerramos a los animales en otras cárceles. Parece que el amor siempre tiene un precio. Y sin embargo, los perros nos aman de manera desinteresada, sin juicios, seamos como seamos. Ellos a quienes nosotros exigimos tanto, son los que nos enseñan el verdadero sentido de la lealtad y el amor.

Miriam Mora

Noche de perros, Pewen Cuadernos de Fotografía. España, 2019.

Pulsión

No es la raza, es la herencia de los siglos, el deseo inconmensurable por el poder. Es el estímulo, la vibración de la tierra bajo de mi cuerpo. No es la raza, es la excusa por el vínculo, el silbido agudo que atraviesa mi esqueleto: lazo invisible, dependencia sistémica por una noble conducta. No es la raza, es la negrura de mi hocico, la rapidez de mis latidos, las variaciones de mi pelo. No es la raza, es la herencia de los siglos. Es el tacto de la mano que me recorre la que delimita el destino de todos los seres domesticados. No es la raza, es la mano del que protege. Es la disputa entre humanos: seres domésticos, practicantes del arraigo conductual. Seres domésticos; ellos y nosotros, nosotros por ellos. Es la mano y el lazo invisible, la disputa entre humanos. No es la raza, es lo que vieron en la raza. El aullido de nuestros antepasados como pulsión sin castigo. El peso de la genética. La herencia de los siglos.

Ros Boisier

Texto para los Cuadernos Pewen,marzo 2019

SPOT. Estéticas audaces, Centro Nacional de Fotografía. Torrelavega, 2018

La tristeza más vieja del mundo

frío
Hay un momento de la noche en que todo se detiene. No hay ruidos. Solo huele a frío. Te doblas sobre tu propio cuerpo. Haciendo un ovillo, buscas tu calor. En la oscuridad, tu pelo es denso y hermoso. Eres la forma de lo que sientes. Apenas algo de vida entre tanta muerte.

lejos
Lejos de uno mismo. Haciendo lo que aprendimos a hacer. Matar, atar, encerrar, torturar, desollar. Eso hacemos. Matar matándonos. Hay muchas maneras de ser otro, de no ser uno. Hacer sin saber lo que se está haciendo. Basta con repetir. Basta con no fijarse mucho. ¿Quién elige plenamente lo que hace? Es un privilegio que cuesta conquistar. Hay que escucharse, y saber parar. Mientras tanto, matar, atar, encerrar …

contacto
Aun así lo deseas. No lo buscabas, porque ni siquiera sabías que existiera. Pero apenas un gesto, una caricia, hace que lo sientas. Y entonces sí, lo deseas. Podrías perdonarle si tratara de ser otro. Si quisiera redimirse. Tocándote, hablándote, aprendiendo a quererte. Quizá porque no sabes, o no quieres, tener sentimientos complicados. Solo miedo y amor, frío y calor.

hambre
Todos los fantasmas. Un solo fantasma. La muerte más temible, esa que llega despacio y se va instalando desde dentro. Morir de hambre es morir de pena. Por eso eres flaco y triste.

amor
Llega alguien que lo sabe, lo entiende. Lo puede contar. Habla de lo que sientes, y siente parecido a ti. Hay una conexión. Y en sus imágenes te muestra y se muestra. Evocando el silencio, el frío, la soledad, la noche. Y retrata de frente tu melancolía, que es la suya. Encontrando en tus ojos la tristeza más vieja del mundo.

Matías Costa

Texto escrito para la exposición SPOT. Estéticas audaces, Centro Nacional de Fotografía. Torrelavega, 2018

Miriam Mora (Santander, 1984) artista visual que trabaja con la fotografía y el vídeo temas que indagan sobre la relación del ser humano con su hábitat y los animales.

Licenciada en Administración y Dirección de Empresas, en 2009 se traslada a Madrid a estudiar fotografía. Obtiene el 2º Premio en el XXII Concurso de Fotografía EFTI, gracias al cual realiza en 2010 el Master de Nuevo Documentalismo en esa escuela. En 2012 regresa a Santander, donde actualmente reside y combina su trabajo como fotógrafa freelance, con la realización de proyectos documentales de carácter personal.

Fue miembro del colectivo Omnivore Photo entre 2014 y 2016, con quiénes creó AF, una publicación colectiva que fue seleccionada para participar en PhotoEspaña, PhotoAlicante, Artbook Embarrat, Libros Mutantes, Fiebre Fotobook y Encontros da Imagen de Braga. Ha participado en exposiciones colectivas en Madrid, Murcia, Alicante, Málaga y Santander. Su proyecto “noche de perros” fue seleccionado en 2019 por Muga Project para formar parte de su colección Pewen Cuadernos de Fotografía, participó en Descubrimientos Photoespaña y obtuvo la Beca Diálogos – Visionados en el Festival de fotografía emergente BFoto.

Reseña de Guillermo G. Balbona en las páginas de Cultura del DM

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