Jose Segarra
Toda una vida buscando lo mismo. Emocionarse y emocionar. La lucha de las ideas y la fuerza de la amistad han sido los dos motores de la trayectoria vital y fotográfica de Jose. Desde que le conozco le recuerdo con una cámara encima. Registrando momentos de reivindicación colectiva desde dentro e inmortalizando momentos más íntimos, también desde dentro. Porque no puedo entender las fotos de Segarra sin la emoción que transmite el haber estado ahí, no sólo viendo aquello, sino luchando por ello. Ni puedo entender sus retratos sin la carga emotiva que proyectan. Los rostros de sus fotos no son lo que representan, sino las emociones que sienten y los dilemas y sentimientos que trasladan. Su ojo dispara porque se enamora y se cautiva. Y hace un retrato como quien da un abrazo a la persona querida. Y esa inocencia le hace parecer inofensivo, pero no lo es. A pesar de su discreción, esas fotos son el testimonio fiel de quienes son verdaderamente sus retratados, por encima de quienes aparentan ser. Y Jose se lo muestra con todo el cariño. Con la candidez de quien esgrime la cámara con inocencia, como si estuviera empezando en esto de hacer fotos. Disfrutando, como si su cámara fuera el preciado regalo del último cumpleaños.
Javier Vila
Ciudadano fotógrafo
Pocas generaciones como la nuestra, la de Jose Segarra y la mía, se alimentaron tanto y tan profundamente de ideales. Nos tocó ser jóvenes en un tiempo en el que el orden que había cubierto España de grisura durante cuatro décadas se desmoronaba entre estertores. Un tiempo en el que todo parecía posible, porque estaba por inventar.
Pasaron muchas cosas, buenas y malas, en aquel Santander febril de los setenta. Y Jose Segarra, siempre con su FM2 en bandolera, estuvo presente en casi todas. Como ciudadano fotógrafo y notario de a pie en el torbellino de las pequeñas y grandes historias de nuestras vidas.
La foto del balcón que ahora nos muestra es un ejemplo perfecto de su trabajo. Nos recuerda con toda nitidez cómo era esta tierra en uno de sus momentos decisivos. No hay gestos graves, ni pomposidad, ni artificio. Simplemente, Segarra hizo ¡click! cuando estaba naciendo Cantabria tras una pancarta en Cabezón. ¡Qué estimulante ejercicio de memoria recorrer el balcón rostro por rostro!
Desde entonces y hasta ahora mismo, las fotografías de Jose Segarra no han dejado de dar testimonio de lo que ocurre a su alrededor. Es cierto que no se prodiga en exposiciones, y es una pena. Quienes hemos tenido el privilegio de estar cerca de él todo este tiempo sabemos que las imágenes que crea son únicas, sinceras y entrañables, porque están trascendidas por su tremenda honestidad ante la vida.
Hoy que la arcadia feliz que soñamos en los setenta se ha roto en mil pedazos, nadie como Jose Segarra para mostrarnos, foto a foto, en qué quedó todo aquello. Aquí. Ahora.